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inCoprofagia

M.V.Z. Bertha Molnar
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Hablaremos de un tema que no es precisamente agradable, sobre todo para los propietarios de ejemplares que presentan esta situación. La coprofagía es la ingestión de heces fecales ya sean las del mismo perro o de otros animales, es común que perros que conviven con gatos se coman el excremento de estos, también se presenta el que el perro sienta atracción por las heces de los animales herbívoros como vacas, caballos y ovejas.

La molestia y preocupación de los dueños de estos ejemplares es obvia y muy comprensible, independientemente de que el hecho en sí mismo provoca desagrado tenemos consecuencias tales como halitosis (Mal aliento), vómito y diarrea y parasitosis.

La única circunstancia en la que consideramos normal que se presente la coprofagía es cuando la perra ha parido y está al cuidado de sus cachorros, ella, desde el nacimiento hasta las tres semanas de vida de los pequeños se hace cargo de sus cuidados, en algunas perras se extiende este periodo. La hembra se encarga de limpiar a sus perritos continuamente, y es con la estimulación en los genitales de los perritos recién nacidos que logra que ellos orinen y defequen, ya que cuando nacen ellos no lo pueden hacer por sí solos y morirían. Cuando los perritos ya pueden orinar y defecar por sí mismos, sin la estimulación de la madre, de todas maneras, ella se encarga de mantener limpio el sitio donde se encuentran sus cachorros, comiéndose las excretas.
El origen de está conducta responde a varias causas: como dijimos antes, estimular a los cachorros, mantener limpio el sitio donde está la cría y alejar posibles depredadores que pudieran atentar contra la camada.

Pero, ¿Qué pasa con los otros perros? ¿Por qué lo hacen? Las causas puede ser varias: Desde el punto de vista médico se puede pensar en una insuficiencia pancreática, por trastornos de mala absorción intestinal, por parasitismo, por Diabetes mellitus, por Hipertiroidismo incluso se piensa que puede ser provocado por deficiencias nutricionales. Ejemplares que tienen una alimentación pobre y escasa, al tener hambre todo el tiempo pueden presentar coprofagía. Así que sería importante hablar con nuestro veterinario para descartar algún trastorno de origen fisiológico antes de catalogarlo como un problema de tipo conductual.

En cuanto a las causas de tipo conductual tenemos que se presenta mayormente entre los cachorros, que lo realizan como parte de su etapa de descubrir su entorno y dentro también de su fase de juego, podemos pensar que pasada esta etapa muchos cachorros dejarán de hacerlo. Otra razón puede ser el aburrimiento, la falta de ejercicio o de juguetes que mantengan ocupado al perro.

También se plantea la posibilidad de que el perro imite al dueño cuando lo ve recoger las heces o bien, que cuando sabe que será castigado por haber defecado en un lugar inapropiado, el perro ingerirá las heces tratando de eliminar las evidencias. Se habla también que puede haber situaciones estresantes como cambios en el estilo de vida o ambiente, como por ejemplo, que el dueño modifique abruptamente los horarios que compartía con él y que ahora lo deje solo más tiempo; un cambio de residencia, etc.

Como vemos las causas son diversas, veamos ahora que podemos hacer para tratar el problema. La primera opción es la eliminación de las heces en cuanto el perro el perro defeca, de esa manera no le dejamos la posibilidad de ingerirlas. Cuando salimos a pasear con nuestro perro debemos hacerlo llevándolo con correa, de esa manera tendremos el control todo el tiempo sobre él y que en caso de que se acercara a tratar de ingerir excretas de otros animales puede ser corregido en el momento mismo que comete la falta, esto se realizaría de la siguiente manera: se daría el correctivo verbal con un tono severo de voz y la palabra NO aunado al tirón rápido de la correa cuando el perro intente acercarse a excrementos que localice en la calle.

Una posibilidad más de tratar el problema es con refuerzo positivo y lo manejaríamos de la siguiente forma: Se le enseña al perro que inmediatamente después de que ha defecado se le dará un premio (puede ser una galletita para perro, un trocito de salchicha, etc) de manera que se acostumbre a buscar su premio en lugar de intentar ingerir los excrementos.

Por el contrario, si se utilizan refuerzos negativos, la idea será que el perro relacione algo desagradable con la ingesta, esto puede ser una sustancia caliente o de sabor desagradable, como por ejemplo pimienta o picante que se colocarán sobre las heces fecales. Algunos perros rápidamente aprenden a no tocar las excretas que han sido tratadas con alguno de estos ingredientes así que se puede intentar el inyectar salsa picante en el excremento. Se puede añadir también los suavizantes para carne.

En ocasiones el cambio en la dieta del perro puede ayudarnos a resolver el problema, así que podemos intentar un cambio de marca de croquetas o incluir un poco de vegetales en su alimentación. Parece ser que es el cambio en la consistencia o en el sabor de las deposiciones lo que provoca que el perro suspenda esta conducta.

En el caso que mencionábamos en que el perro lo hacía por imitar a su dueño cuando él limpiaba los excrementos, obviamente lo que se hará es que el perro no estará presente cuando el dueño realice la limpieza del lugar.

En los casos que pudiera ser por falta de ejercicio, la solución será ejercitar más a su mascota. Y si la causa fuera el aburrimiento, podemos intentar, además de la ejercitación del perro, el dejarle juguetes que realmente lo motiven a distraerse con ellos, esconderle pequeños trozos de galleta dentro de sus juguetes para que se entretenga al intentar sacarlos. Actualmente existen juguetes muy divertidos y con diferentes sabores que nos pueden ayudar a mantener ocupados a nuestros perros.

Mencionábamos anteriormente que los perros que conviven con gatos frecuentemente intentar ingerir las excretas de éstos, como al gato le podemos acostumbrar rápidamente a que defeque en un arenero, lo que haremos será colocar éste en un sitio en el cual el perro no tenga acceso.

Mientras más rápido actuemos ante el hecho de que nuestro perro está adquiriendo este desagradable hábito, tendremos más posibilidades de corregirlo. Como hemos mencionado las causas pueden ser diversas, la conclusión es una: al dueño le provoca repugnancia y un malestar que puede llegar incluso al grado de pensar en deshacerse de su mascota. Algunos propietarios llegan a consulta porque además de lo desagradable que es en sí, resulta que el perro convive muy de cerca con ellos o incluso con niños y los riesgos de que le transmita una parasitosis son evidentes, así que actuemos de inmediato en cuanto lo detectemos.

 

Continuará.......

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Muy interesante

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