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inAmor y respeto... juntos...¿Se puede?

Creo que prácticamente todos, cuando decidimos llevar un perro a casa, lo hacemos, de entrada, porque nos gustan, ¿cierto?. Claro que habrá quien tenga que tener un perro, así, por obligación, ya sea pensando en un perro como elemento de seguridad, por que algún pariente muy cercano falleció, o salió de viaje y le endosaron el cuidado del perro, aquí la situación puede cambiar un poco ya que no se tenía decidido tener un perro en la familia, ni la raza, ni la edad en la que llegó, pero ya está ahí. Si le parece bien, en otra ocasión podemos hablar de “la adopción sin opción”, pero de lo que yo quiero platicar con usted, es de todo lo que surge con la llegada a casa de un cachorro.

 

Y, aunque pudiéramos hablar de un perro de cualquier edad, el plantearlo con un cachorro nos dejara ver más clara la idea que quiero exponerle:
Tenemos a nuestro cachorro en brazos ¡por fin! y vamos a casa. Es una cosita tan tierna, tan dulce, tan encantadora que en diez minutos la familia completa está enamorada del perrito. ¿Sabe por que? Bueno, todos los animales de pequeños tienen algo que se llama rasgos encantadores, y mueven a cualquier adulto a la protección, al cuidado, al amparo de ese pequeño. Por eso resulta muy difícil ver a un cachorro y resistirse a quedárselo. Pero a fin de cuentas, que bueno que se despiertan esos sentimientos protectores porqué eso hace que cuidemos a nuestro perrito y junto con esos cuidados vendrá el afecto, la empatía, el amor… y ahí es donde pueden empezar nuestros problemas…

Por alguna extraña razón, muchos propietarios confunden amor con permitir absolutamente todo, y cuando digo absolutamente todo es realmente todo. El perrito puede jalar cables, morder muebles, brincar sobre los dueños, gruñir cuando se le venga en gana, subirse a la mesa y saquear lo que iba a ser la comida familiar (yo conocí a una perrita que se subía también a la estufa), salir disparado en cuanto abren la puerta de la casa, no dejarse cepillar o bañar y la lista puede seguir y seguir.

Quizá los primeros “numeritos” que arme el cachorro incluso causen gracia en la familia pero al paso de unos cuantos meses lo gracioso se convirtió en problema o incluso en drama familiar. Su perro crece muy rápido y un ejemplar de raza pequeña alcanza su desarrollo alrededor del año y un perro de raza mediana o grande al año y medio aproximadamente, ya será todo un adulto. Así que como usted comprenderá, ese simpático cachorro que llegó para voltear su casa de cabeza, ahora es un adulto al que no le gustan que le corrijan nunca y es que nosotros mismos somos los que dimos pie a que esto pasara, fuimos concediendo, aceptando, tolerando y dejamos que se hicieran hábitos, costumbres no deseadas.

Como en muchas cosas, prevenir es mejor que tratar de corregir. Si nosotros tratamos con todo el amor del mundo a nuestro perro pero con una disciplina constante, que no dependa si estamos de buenas o de malas, si no se permite un día algo y mañana eso mismo le va a ocasionar un castigo, lo que estamos logrando es que se establezca una conducta firme en nuestro perro.

De otra manera pueden pasar cosas como por ejemplo, que el perro cuando usted intente corregirle alguna falta, lo rete, se le confronte o que incluso sea capaz de agredirlo, después de todo, el siempre se ha sentido libre de hacer lo que quiera, ¿Por qué tendría que aceptar ahora una limitación?; no son pocos los perros que quieren mucho a sus dueños, se les nota el gusto al verlos llegar, reciben con verdadero placer las caricias y los mimos pero que cuando les “piden algo” (olvídese de ordenar, al perro le “piden” casi por favor), ¿Qué hace el perro?...los ignora. Le llaman y él se les queda viendo desde donde está sin el menor ánimo de acudir; quieren salir con el perro a la calle y es el perro mismo el que se encarga de sacarlos a pasear a ellos…los jala, se detiene donde se le da la gana, olfatea, levanta basura del piso, si encuentra otro perro en la calle, ya decidirá si se pelea, si quiere jugar, si lo sigue, en fin lo que quiera, sin importar lo que hubiera deseado el propietario. Y como estos ejemplos, los que a usted se le puedan venir a la mente: el bañar a su mascota puede volverse una verdadera pesadilla, si alguna vez tiene que darle un medicamento (una pastilla, una suspensión), revisar y lavar una herida, limpiarle las orejas, cepillarlo, cortarle las uñas y una larga lista de cosas que se deberían de poder hacerse con cierto control.

Historias de terror sobre como un perro llegó a controlar la situación en casa, le puedo mencionar el de un perro donde los dueños se turnaban en el día y ¡en la noche! para estar con él, porque al perro no le gustaba estar solo (estar solo para él era que no estuvieran atendiéndolo, porque podían estar en casa , pero no podían irse a dormir todos y él quedarse tranquilo), familias que ya no salen juntas al cine, a comer, a una reunión, de vacaciones porque alguien tiene que quedarse con el perro, una persona que tenía su oficina en su casa y ahí citaba a las personas terminó por tener que salir a algún café cercano porque el perro no dejaba entrar a los extraños y si lo encerraban no dejaba de ladrar y arañar la puerta y podríamos seguir y seguir.

Cabe la posibilidad de que el perro que seleccionamos no sea el indicado para nosotros, puede ser que el perro tenga un carácter tan difícil que no se pueda llegar muy lejos con él pero en la mayoría de los casos, somos nosotros los que propiciamos que se iniciara el desorden en esta convivencia en la que desde el principio debíamos dejar claro que lo queremos mucho pero que ha llegado a un lugar donde hay reglas que seguir. En ningún momento se piensa en crueldad, ni siquiera en un régimen tan estricto que su ejemplar pudiera sufrir, para nada. La idea es que todos disfrutemos estando juntos y respetándonos.

Para aquellos que puedan pensar que no es justo este trato con su mascota, que el debe ser libre de hacer lo que quiera, déjeme darle una razón por la que a su perro no le conviene esto: no va a ser feliz. Quizá usted me diga que no le importa ser quien haga todo lo que su perro desea, que para eso lo tiene, para consentirlo, pues la idea de que su perro sea quien defina como se dan las cosas en esa casa, lo convierte en el jefe, ¿cierto? Bueno, pues no todos los perros tienen la capacidad para ser líderes y el tener ese rol le provoca un estado de angustia e inseguridad. A diferencia de aquel que sabe que es querido, protegido, cuidado por alguien que es capaz de controlar una situación, será un perro equilibrado. Dígame sinceramente, ¿usted cree que, por ejemplo, el perro que lotenían que acompañar día y noche despiertos los dueños, sea un perro feliz? ¿se imagina el grado de angustia que puede manejar ese animalito que no sabe estar solo? ¿Qué pasará el día que nadie se pueda quedar con él?; el caso del perro que sacó literalmente de la casa a su dueño y que ahora tiene que utilizar una cafetería para hacer sus citas de negocios, ¿algún día, tendrá el dueño que decidir entre seguir con su perro en casa o recuperar su oficina?...le aseguro que estos casos son reales, yo conozco a los perros y a sus propietarios y le puedo decir que no son felices, ninguno de los dos. Los dueños se sienten agobiados, limitados, con mucha presión y los perros demandan todo el tiempo que todo gire a su alrededor y si por alguna causa de fuerza mayor, el algo se modifica su ritmo de vida, los perros presentan conductas alteradas que preocupan más aún a los dueños y llegan a causar malestares físicos y emocionales en los perros.

Pensar en AMOR Y RESPETO JUNTOS sí es posible, es deseable, es conveniente para todos.

 

 

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