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inPlaticando con su perro

M.V.Z. Bertha Molnar
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Aunque a muchos nos gustaría poder hacerlo, pensar que puedo sentarme con mi perro en la sala de mi casa para ponernos a platicar de cómo nos fue en el día, resulta imposible; pero ¿qué me dice de establecer con él una comunicación lo suficientemente aceptable para poder llevar una convivencia muy, pero muy agradable?... esto sí es posible.
Sin lugar a dudas, si partimos de la base de que tenemos a nuestro lado a un ser vivo, inteligente, capaz de aprender, recordar, adaptarse, tener iniciativa propia y que nos quiere mucho; en verdad tenemos muchas cosas a nuestro favor para que se dé una buena relación, y ahora lo que sigue es poner bases firmes y claras.

 

Nuestra actitud, nuestra mirada, nuestra voz y los tonos que utilizamos; las palabras mismas, nuestros espacios compartidos con el perro, nuestros movimientos corporales, nuestro trato con los otros miembros de la familia y muchas sutilezas más, en las que uno ni siquiera recapacita, le están proporcionando información a nuestro amigo.
Obviamente que cuando decidimos tener un perro en casa, la idea era disfrutarlo, desgraciadamente muchas veces con el trato diario las personas ven cómo se va complicando este asunto y surgen comentarios como: ¡no obedece!, ¡no entiende lo que le digo!, ¡hace lo que quiere, lo regaño, lo castigo, pero de nada sirve!... y aquí podríamos dejar un espacio en blanco para que se anoten cualquier cantidad de reclamos.


Como en cualquier especie, podemos encontrar el ejemplar que tiene problemas de inteligencia, desórdenes físicos, trastornos de personalidad, características heredadas, etc., pero en la mayoría de los casos el problema está en un mal manejo y en una mala comunicación.
A mí siempre me gusta pensar en un perro que quiere a su dueño, que no le teme, que confía en él, pero ¡ojo! algo muy importante: que lo respeta. Cuando esto no pasa, es ahí donde pueden comenzar las dificultades. Vemos pues que debemos hacer que el perro me quiera pero también que me respete. Recuerde que su perro es un animal que se integra al grupo con el que está viviendo pero tiene que saber dos cosas que tanto para él como para usted son muy importantes:

  • Quién es el jefe.
  • Qué lugar ocupa él en este grupo.


Piense por ejemplo que llega usted a vivir a otra casa, no conoce nada de lo que ahí se hace; a qué hora se come, si se puede llevar la comida a la recamara y comer en la cama; si puede dejar la ropa tirada en el suelo o donde se coloca; si pueden sentarse en la sala y subir los pies al sofá; si tiene que lavar sus platos al final de la comida o se turna con los demás miembros… en fin, usted no sabe nada de las costumbres o rutinas que ahí se manejen y evidentemente, lo más seguro es que si no se informa antes de todo esto, puede haber problemas para convivir con los demás.
Bueno pues podría pasar algo semejante con su perro cuando llega a casa por primera vez. Si nosotros no tenemos claro si puede subirse a los muebles o no, si puede pedir comida cuando ustedes estén a la mesa o no, si no tiene un lugar determinado para ir al baño, si le vamos a permitir que juegue a mordernos los zapatos o las manos o no y aquí de nuevo, puede usted pensar en cualquier cantidad de situaciones cotidianas que se presenten con su mascota.


Vemos pues que es importante que usted tenga claro lo que él sí puede hacer y lo que no y recuerde, usted debe ser constante en ese manejo. Su perro crea hábitos, buenos y malos, usted decide qué comportamientos desea que él siga repitiendo y cuales habrá que corregir desde la primera vez que se manifiesten.
Habiendo dejado claro para su perrito cómo está el orden dentro de casa podemos analizar la forma de comunicarnos con él y como decíamos al principio, tenemos valiosos elementos para hacerle llegar la información clara y precisa.

 

Lenguaje oral: La voz, los tonos de voz y las palabras que utilizamos para comunicarnos con nuestro perro. El perro reconoce, identifica la voz de su dueño de entre muchas voces y también puede diferenciar, con base en el tono, si es un llamado amistoso, una orden o un regaño. Vamos a hacer que nuestro perro no tenga duda sobre para qué se le llama. Use tonos graves para dar ordenes y corregir alguna falta; el tono medio a nuestro perro le servirá para transmitirle tranquilidad y confianza y el tono agudo será el indicativo de felicitación, relajación, invitación al juego.

En cuanto a las palabras, los perros tienen en promedio una capacidad para aprender desde 60 hasta 140 palabras, imagínese todo lo que puede usted enseñarle: comandos de obediencia, nombres de los integrantes de la familia, juegos específicos, nombres de objetos, etc. Dentro de este amplio vocabulario, determine la o las palabras con las que le corregirá y nunca las asocie con el nombre del perro ya que éste será relacionado con cosas positivas; su perro aprenderá que cuando lo llama por su nombre siempre es para algo bueno pero que cuando utiliza la o las palabras para corregirlo es porque ha cometido una falta.


El lenguaje corporal: su perro lo aprende rápido y fácilmente, él está acostumbrado a interpretar el lenguaje corporal desde que abrió los ojos, lo aprendió junto a la madre y sus hermanos de camada, ahora lo que él tiene que aprender a hacer es a leer e interpretar el lenguaje corporal que usted le transmite. Sea claro y seguro con sus movimientos, si por ejemplo, él se acerca y quiere recibirlo brincando, que los movimientos de usted sean de rechazo, gire a un lado, no lo toque, eleve la pierna para no permitir que pueda llegar hasta usted, de esa manera le está transmitiendo el mensaje de que mientras siga brincando no va a obtener que usted le ponga atención.
En el adiestramiento de su perro también puede ser utilizado el lenguaje corporal, de tal manera que su perro aprende las ordenes dadas con la voz y también los movimientos específicos para cada comando.

Pasando al tema de la manipulación de nuestro perro, pongamos el ejemplo de un grupo de animales silvestres que están reunidos, usted los ve y rápidamente puede descubrir quién es el jefe ahí, porque verá que los demás están a su alrededor, si se mueven, él va por delante de los demás, su porte es seguro, podríamos decir que hasta altivo, puede acercarse a los otros integrantes y colocar sus manos sobre el lomo o el cuello de ellos, los mira a los ojos y los demás bajan la mirada. Cuando usted se acerca a su perro, él lo ve como el líder, debe verlo seguro, tranquilo, usted puede tocarlo, verlo a los ojos, rodearlo con sus brazos, hacer presión sobre su lomo, cuello y grupa. Su perro disfruta cuando usted lo acaricia, le palmea el lomo, le jala suavemente (y a veces no tanto) los cachetes, le da una buena nalgada junto con una palabra cariñosa. Perros de razas pequeñas disfrutan cuando su dueño los carga y los envuelve con las manos, esto cuando el liderazgo está bien definido, que otra cosa muy diferente es cuando usted quiere detener, revisar o cargar al tiranito de la casa pero como él no lo ve a usted como alguien a quien respetar pues falta que se deje.

Esta manipulación de nuestro perro debemos trabajarla desde siempre. Bañarlo, cepillarlo, tocarlo, revisar orejas, ojos, hocico, genitales, uñas, rabo, tórax, cuello etc. si desde el principio él se acostumbró a ello, cuando llegue a la edad adulta no será problema. Si iniciamos este tipo de manejo con nuestro cachorro y él presenta una actitud de confrontación, nos gruñe o de plano intenta mordernos, el detenerlo por el cuello, darle un golpecito leve en la nariz junto con la orden de que no lo haga, le dejará claro que ese tipo de reacciones agresivas hacia usted no van a ser permitidas.

Un error muy frecuente, las más de las veces por cariño, es ir dejando que nuestro perro se sienta dueño de la casa y el organizador oficial de tiempos libres en la familia. Así vemos que el perro no obedece o llega a presentar una conducta hostil cuando quieren sacarlo al patio o bajarlo de la cama; o bien que si desea en ese momento salir al parque, jugar a que le lancen la pelota, tomar una galletita o que le rasquen la panza, no hay poder humano que lo convenza que debe esperar.
De nuevo, dejemos claro desde que el perro llega a casa que la casa es de usted, así como los muebles, los paseos, las caricias, las botanas y todo lo demás. No necesitamos golpes, malos tratos ni nada por el estilo, simplemente las cosas van a pasar cuando usted quiera. Por ejemplo: demostrarle al perro que sí vamos a salir al parque pero no saldremos mientras él esté reclamando la salida; si va a jugar con él pero tomará usted la pelota y cuando él ya no le esté “ordenando” que se la lance, será cuando usted le llame para jugar. Si acostumbra dejarlo subirse a dormir la siesta a la cama, de repente, haga que se baje, cuando a usted se le ocurra, prémielo por haber obedecido e incluso lo puede dejar volver a subirse, simplemente le recordó que la cama le pertenece a usted.

Cosas tan sencillas como estas, él las capta perfectamente y si nosotros somos constantes, claros y firmes, no debemos tener problemas de comunicación. No se trata de ser cruel, frío ni tirano con su perro, es únicamente dejar las cosas bien puestas en su lugar desde el principio para que no exista la posibilidad de descontrol de ninguna de las dos partes. Ni usted se sorprenderá todos los días, hasta que se le agote la paciencia, de cada nueva falta que cometa su perro y ni el pobre vivirá en el sobresalto de qué está permitido o que cosa será diferente en cada ocasión.

 

 

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